sábado, 30 de abril de 2011

Ser humanos, ser animales....


Por más avances tecnológicos que el hombre logre, reflexiones que ensaye, y ceremonias religiosas que acumule en su conciencia; mientras no cambie su actitud hacia los animales, seguirá demostrando la naturaleza bestial de su comportamiento.
Muchas veces escuchamos que el hombre es el "ser más inteligente de la Creación", el único que tiene el poder de razonar sus actos.
Pero, ¿cuántos de estos maravillosos seres se paran a pensar y usar su inteligencia para dilucidar si su manera de moverse en el mundo es la más acertada?
¿Cuántos se detienen a razonar un momento en el modo de tratar a los demás?
¿Cuántos se animan a dejar sus cómodas rutinas, para discrepar con el orden establecido?
La respuesta es muy pocos, y la reacción es que a veces da vergüenza ver cómo el hombre; este ser tan divinamente dotado, se esmera en destruir todo equilibrio que se le cruce por el camino, y se deja persuadir por modas, falsas escalas de valores, tejes y manejes; que muestran que es el ser más inteligente (y rebuscado), pero a la vez el más insensible.
La falta de sensibilidad tal vez sea el punto de partida para poder ¿comprender? como alguien puede divertirse obligando y viendo pelear animales entre sí, robarle la cría a una madre, enjaular a un mono de por vida, trasladar a una orca desde el vasto océano a una pileta de escasos metros, vestir varios animales muertos en forma de abrigo y sentirse orgullosa, en definitiva:
Infligir sufrimiento innecesario a otros.
La inteligencia mal usada puede dañar, ya que ante un rebaño adormecido, tiene una probabilidad muy alta de distorsionar las cosas en provecho propio.
Pero la culpa es tanto del que manipula como del que se deja manipular, de las personas que no se preguntan de dónde viene su alimento, que se dejan vender que una corrida de toros es un espectáculo donde un valiente torero expone su vida en pos de la audiencia, que al ver la cantidad de componentes de la dieta vegetariana; sigan pensando que es algo monótono y aburrido, que no se interesen por los experimentos que se llevan a cabo en animales (aunque sea por morbo) y su rendimiento, o que realmente crean que los animales de criadero mueren satisfechos y sin dolor.
La mayoría de nuestros actos tienen una consecuencia para los que nos rodean, para los animales, casi siempre son dolorosas.
El egoísmo y la maldad, el conformismo y la indiferencia; son cómplices del sufrimiento animal, no dejemos que nos ganen.
El cambio está en nosotros.

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