martes, 12 de abril de 2011

El último día.


"Cada día es como si fuera el último de mi vida".

Cuando no sólo de comprende intelectualmente sino que se ve,
con absoluta claridad, que el pasado y el futuro sólo resultan "reales"
por que son unos constructos de la mente que surgen en este momento,
la vida adopta una dimensión completamente nueva.
La vida, vivir, se convierte en tu máxima prioridad, es decir , el momento que se está viviendo lo constituye todo, sin dejar nada afuera.
Dejas de vivir en el pasado y en el presente, por decirlo de algún modo, para regresar inmediatamente al lugar del que nunca te marchaste, al lugar en el que todo sucede, al lugar que constituye tu verdadero hogar.
Y todo resulta fresco, nuevo, vivo, espontáneo, en perpetuo cambio. Es como un renacer constante.
Como el momento presente es siempre nuevo, lo que se va, se va para siempre.
Todo se esfuma en ese espacio abierto que eres tu y nunca queda rastro. El simple concepto de "bagaje psicológico" resulta completamente superfluo.
Es claro que sólo existe el ahora eterno... sólo existe el espacio en que todo sucede, de hecho, ya no importa qué es lo que realmente está sucediendo ahora, por que el ahora siempre es suficiente y acoge igualmente todas las formas, con cariño, sin discriminación ni prejuicios.
Por tanto, siempre se permite que todo suceda tal y como está sucediendo, por que nunca hay nada fuera de lugar.
El la libertad absoluta en el corazón mismo de la vida,el amor incondicional que lo liga todo, y eso es la esencia humana.
Es el final del sufrimiento, porque es el final del pasado, cada momento es sentido como si fuera el primero y el último de la vida, cada día es sentido como si fuera el primero y el último de la vida.
Es la liberación, es lo que todo el mundo busca y pocos encuentran...


Autor: Jeff Foster.

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