miércoles, 8 de septiembre de 2010

Hacer como el avetruz....


Nada más frágil que la facultad humana de admitir la realidad, de aceptar sin reservas la imperiosa prerrogativa de lo real...
La realidad está frente a nosotros pero en el momento en que empezamos a asignarle significados, ya no es la realidad sino mi realidad, fruto de las experiencias pasadas, las expectativas futuras,los miedos o las creencias.

" Sólo vemos lo que queremos ver", Sigmund Freud decía que el fin es evitar el sufrimiento.
Por lo tanto percibir es seleccionar. Y ésta es la razón de las diferencias que existen entre los individuos que tienen diferentes visiones de la realidad y del entorno, basadas en la peculiar distorsión que efectúa cada uno al aceptar o rechazar los estímulos que recibe.
En otras palabras, la percepción de la realidad no es la consecuencia de un proceso objetivo de la mente, sino el resultado de un mecanismo inconsciente que está al servicio de la propia necesidad o conveniencia.
El autoengaño consiste en pensar o decirse cosas que no se corresponden con la realidad, en una o varias áreas de la vida (la pareja, el trabajo, los amigos).
La finalidad es disimular las deficiencias o los conflictos existentes, por lo cual el individuo pretende enriquecerlas o compensarlas con argumentos que resulten aceptables para sí mismo.
El autoengaño es una práctica común pero peligrosa porque nos aleja de la realidad hacía un decorado identificado que nuestra mente toma como verdadero.
A través del autoengaño se pueden justificar fracasos, la falta de capacidad, el no enfrentar determinadas responsabilidades o intentar escapar al juicio crítico de los demás.
Quien se autoengaña se convence de que así podrá mantener bajo control ciertas actitudes, deseos, relaciones o emociones aunque , en el fondo, las considere problemáticas, negativas o censurables.
Es necesario destacar que el autoengaño es el más escurridizo de los procesos mentales ya que puede resultar imposible, precisamente, darnos cuenta de lo que no queremos darnos cuenta.
Además, opera tanto a nivel individual como grupal.
A veces, el precio que se paga tácitamente para pertenecer a un grupo es negar dudas o inquietudes propias y no cuestionar la manera en que el grupo hace las cosas.
A su vez, los grupos ayudan a esto al sofocar toda discrepancia, una actitud nada saludable.
Así, tanto en una persona como en un grupo cada cual pretende_ con ciertos tipos de criterios_ negar la realidad desviando la atención para no verla en sus justas proporciones.
La consecuencia, y al mejor estilo del avetruz, es que se termina escondiendo para negar que algo importante está sucediendo.
El autoengaño es una estrategia de supervivencia y nadie se libra de utilizarlo en algún momento de su vida, pero si se emplea como hábito y no como excepción, puede volverse enfermizo y en contra de uno mismo.

1 comentario:

  1. Bueno, muy cierto lo de esta actitud, la persona que se autoengaña y que creee que hace algo bueno, aun haciendo para ellos cosas peores que el mal que dice aliviar, sin duda incurre en esto.

    Si de aves se trata, hay quienes prefieren emprender el vuelo ante el desden de quienes no los quieren cerca, es mejor buscar nuevas tierras donde posarse.

    Saludos Diosa.

    ResponderEliminar