sábado, 7 de agosto de 2010

Encuentro eterno....


Dos seres andaban en la nada y en todo el universo, un día por casualidad se abrió una ventana y se comunicaron.
Se dijeron cosas sin importancia, no tenían nombre, ni tenían rostro, ni cuerpo.
Cada uno buscó un nombre cualquiera para identificarse entre ellos, también aprendieron a abrir la ventana que les permitía comunicarse cuando la soledad o alguna inquietud aparecía o simplemente se contaban trivialidades que cada día se hacían más profundas.

Uno de ellos__Hola.
_Hola _ decía el otro...
_¿ que hiciste hoy ?.
_Salí de paseo, ví una niña con hermosos ojos color miel y sonrisa de sol.¿ Y tú ?.
_Algo especial, cuando iba a cualquier parte, me encontré con un ancianito muy dulce, su sonrisa desdentada, me hizo recordar la sonrisa de un niño y que cuando ancianos volvemos a ser niños.
_Si, cierto los niños y los ancianos son muy dulces cuando se les brinda mucho amor, son muy dulces.

Y el ambiente se llenaba de palabras y de risas y se desbordaban los sentimientos más nobles de esos corazones en comunión.
El reloj del tiempo marcaba los segundos y minutos que se convertían en horas y días y noches...
Algunas veces el uno o el otro abría su ventana y seguían conversando, pero cada vez surgía con mayor fuerza la necesidad de un rostro, de un cuerpo y de un nombre.
Ellos sabían que estaban allí, que existían como existe el viento, como están las olas en el mar, a veces serenas y otras tumultuosas, como están las flores en el campo, las aves en el cielo o las estrellas en el espacio...
Y se reconocían , más no se conocían.
Por alguna causa, hubo un tiempo que uno de ellos no podía abrir su ventana, por lo que en las noches, bajo el cobijo de la estrellas y el arrullo del viento, pensaba en su ventana que no podía abrir y en ese ser que adivinaba, al que ponía rostro en su imaginación, al que ponía dulzura en los ojos y sonrisa adornada con perlas en los labios que sentía entreabiertos en un dulce susurro que arrullaba su alma.

_Señora Luna, ¿ como se abre mi ventana mágica?.
_Señora Luna, digame usted cuando podré abrir mi ventana mágica.
_Señora Luna si ve a mi amigo, digale que extraño sus palabras en mi ventana, que extraño la voz que no oigo y la sonrisa que no veo.

Decía a la luna, quien le observaba desde lo alto con curiosidad, adivinando en la silueta que se recortaba bañada por la luz de plata, el alma que buscaba, no sabia que y que preguntaba , algo que para ella no tenia respuesta y la luna intensificaba su luz para iluminar aquella silueta y consolar su alma...
Y del otro lado, los pensamientos fluían en una extraña sintonía, que sabiendo o más bien adivinando, como se cruzaban las ideas en el espacio infinito, cual lluvia de estrellas fugaces que rasgan las tinieblas de la noche y así también aprendieron a comunicarse con el alma.

_Sé que sonríes pensando en mi, se decía el otro ser.
_Sé que me extrañas, como te extraño.
_Señor viento dile que le extraño, que adivino que piensa en mi.
_Dile que yo también le recuerdo.

Una noche cualquier, una noche especial, se abrió una de las ventanas y el ser esperaba, y el tiempo pasaba lento, pesado y esperaba que la otra ventana se abriera ... Hasta que ¡ Al fin ! nuevamente ocurrió, la ventana estaba abierta y un " HOLA " infinito se marcó en la ventana abierta, titilando con luz propia.
Esa noche fue especial allí estaba ese gran amigo esperando, y la magia le puso rostro, dibujo ojos y le pintó sonrisa.
Y el otro ser, estático también tenía rostro, ojos y sonrisa. Y se nombraron.
Ellos que por algún tiempo se reconocían, pero no se conocían, se identificaron en una armonía fantástica y celebraron ese encuentro, o más bien reencuentro con sonrisas, con palabras, con música y se adueñaron del universo y sus almas danzaron en el espacio del amor más sublime, el del alma, el que regocija el espíritu y se olvidaron del mundo, porque siempre estaban allí, en otros mundos, en otros espacios, en otros tiempos, donde siempre se encontrarán y eternamente habrá una ventana que abrirán por siempre en la eternidad, por que ellos son eternos, en el espacio y en el tiempo.
Y siempre que se encuentren abrirán su ventana y el abanico de sus almas, cual flor que abre sus pétalos para regalarse uno al otro el perfume y en cada pétalo escriben la historia de su eterno encuentro que se sucede en cada vida y aún cuando son soló polvo cósmico en el universo, porque su historia no tiene final...

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