jueves, 17 de marzo de 2011

Mujer.


Una mujer es de sol, de luna, de cenizas...
No sabe medir la distancia, ni dimensiona bien las cosas.
El presente a veces se le vuelve pasado tan vertiginosamente... que necesita hablarlo y afirmarlo para que se haga tangiblemente realidad.
De ella nace todo... y no le pertenece nada.
Una mujer es una guerrera que cuida el fuego y guarda los recuerdos.
Nunca ha tenido algo completamente. Hasta su cuerpo es una duda que sangra cada mes, dejando huir un sueño o un temor o una esperanza...
Una mujer es dudas, temores e inseguridades, por eso necesita que le digan todas las palabras de amor.
Que se las repitan una y otra vez,así, al desvanecerse el primer sonido otro nuevo sonido se las entregue, enteras.
Una mujer casi nunca está entera.
Fue haciéndose de a poquititos y también se morirá de a poquititos.
Una mujer muchas veces está expuesta y casi siempre en carne viva, cicatrizando, tapándose las heridas para que no le hechen vinagre sobre ellas.
Una mujer, aun derrotada, deshecha, arremete igual.
Vuelve a empezar.
Y repite las mismas preguntas, una vez, mil veces, un millón de veces, aunque la respuesta no sea la buscada, la esperada, la necesitada, la que la resucite o la haga brillar como luciérnaga emergida de césped mojado del verano.
Y seguirá preguntando incansablemente, insaciablemente.
Aunque conosca la respuesta, aunque lo sepa, porque necesita que le den seguridad, porque necesita que esas palabras traspasen miedos, dudas, inseguridades.
Seguirá preguntando :
"¿Me amas?"... "¿Me amas?"... "¿Me amas?".

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